jueves, 11 de junio de 2009

Aprender a mirar o Volver a mirar

La vida es un constante proceso de aprendizaje, eso es lo que la hace entretenida e interesante, el progresar, crecer día a día, ver cómo los otros actúan, reaccionan, interactúan, se relacionan. Analizar también mis propias conductas, que dicen ser colectivistas, y muchas veces por timidez o simple descuido pecan de individualistas. Ver el mundo desde afuera, cómo avanza. Ver los sueños de las personas, tan simples y valiosos a la vez, y ver como muchos se ahogan en un vaso de agua, aquellos que lo tienen "todo", pero no tienen nada. Y cómo algunos son felices por tan solo ser y estar, por vivir, por respirar, por despertar, por tener una familia.
Cuando noto que no estoy viviendo con esa conciencia me molesto un poco, me incomodo al ver en qué estamos, cada uno tan dentro de sí mismo que no somos capaces de detenernos a mirar al otro, a prestar ayuda por ejemplo si vemos que alguien lo necesita. Siento que el temor ha corrompido las almas, tanta tele y tanta película gringa como que nos tiene atontados, la doble cara, el doble discurso impacta, relaciones desechables, cobardía absoluta, otra vez aparece el temor... Lo bueno de ser conciente es que vuelvo a mí, y me convenzo nuevamente de que es tanto más rico mirar, relacionarse con los otros, sentir a los otros, con los otros, dejar que nuestras vidas se crucen, sentir la vida, acompañarnos, ir con la verdad por delante -total no tenemos nada que perder si no mucho que ganar, paz y tranquilidad-, hacer lo que más te gusta, alegrarte con lo cotidiano, reírte de lo complejo, amar lo simple y disfrutar de los demás... Es la satisfacción del sentirse parte de algo, parte de la sociedad, del mundo, de un alma colectiva a la cual perteneces, sólo hay que hacerse conciente... detenerse y mirar... practícalo y verás cómo tu vida cambia de verdad.
La entrega de amor es gratuita.